domingo, 14 de marzo de 2010

La Bohème

Clara se acuerda de cuando quería ser francesa. París era ese reducto donde había sido la primera. Después se dio cuenta de que París era demasiado grande para ser un reducto y también de que nunca había sido la primera.
Pero no hay un recuerdo mejor que el ser consciente de habérselo creído. Fue una musa, una reina, una sonrisa ebria y un puñado de mentiras que por unos días le hicieron sentirse viva. También se mintió a sí misma muchas veces y se permitió ser victimista y nostálgica. Asegurándose de que nunca se sentiría igual de plena que en aquel balcón lleno de contradicciones, de la noche helada y el calor del tabaco y del vaho, se impregnó de falso amor y fue feliz. Tenía dieciséis años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario