sábado, 21 de agosto de 2010

A título personal, se presenta en monodosis.

Si estás leyendo quizás te venga bien el medicamento que te voy a recetar.
Quiero que haga volar los pájaros que te asusten, que te quite el dolor de cabeza y lo más importante, el dolor de corazón. Quiero encender tus sombras y dibujarlas con tiza en el suelo para comprenderlas; podría, incluso, pintarles gafas de sol fotosensibles para que no les duela tanto la luz cálida con la que las voy a alumbrar.  Quiero comerme a mordiscos todos los bichos que te piquen y ahuyentar a los fantasmas, quiero inyectarte coraje y hacerte una transfusión de adrenalina, y una donación de piel de gallina desde los dedos de los pies hasta las pestañas, y por encima, y crear una burbuja que reinvente tu oxígeno, y llamarlo Oh2.  Y Oh2 no será nunca más hidróxido de calcio, sino oxígeno sorpresivo y llenará tus pulmones de sorpresas, y tu sangre. Y de ahí a tu cerebro; un Big Bang de ideas nuevas, centelleantes, como fuegos artificiales.
Todo eso, metido dentro de una capsulita blanca, que patentaré desde ahora mismo como ibuprofano y ninguna religión podrá entender mi satisfacción cuando te vea reír, y te diga: "ya estás curado, ya eres libre de tu estigma. Y ahora vuela".

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