domingo, 12 de febrero de 2012

De alguien que te quiso mucho hace algún tiempo

Hoy no era el día de remover pasados inamovibles. Amanecí hecha un trapo, con el pijama a medio poner y una resaca de libro. Mejor no te muevas mucho - pensé - y di vueltas por la cama hasta que se hizo la hora de comer. Comí una manzana. Bueno, y unos bizcochitos de chocolate, para qué mentir. Íbamos a ir a cenar a Chez Gladynes hoy, y quería comerme el escalope montagnarde, ver si era capaz de terminármelo. Pero hoy tampoco fue el día para eso.
A las cinco y media me metí en la ducha y canté.
Qué sol más bonito entra por la ventana del baño justo antes de atardecer.Al salir escribí en la ventana "Todos los pájaros estábamos mojados", me puse el jersey de lana verde y colonia en la bufanda. Estrenaba ropa interior.
Salí de casa para ir a cenar, el sol se ponía en Pyramides, y al fondo la Opera Garnier ejercía de tragaluz, como si guardara el sol toda la noche por detrás. Por eso es de oro. Hacía uno de esos fríos perfectos que colorean mejillas, despejan las nebulosas y dan un poco de sentido a todo lo que llevamos por dentro. No sé qué es, no está en los libros de anatomía.
Tenía tantas ganas de cantar que canté un poco mentalmente
"Todos los pájaros estábamos mojados, enfilados en la cuerda de tender".
Me esperaban en Corvisart Lucas y Tania. Tenía muchas ganas de conocer a Lucas y de ver a Tania tan feliz.
Irradiaba.
Javi tardó un poco en llegar, nos reímos. Llevaba todo el día riéndome. Cuando estaba en la cama gritaba "Juan, me mueroooooo". Y me respondía desde su habitación "Yo tambiéeeeen".
La mesa se hizo esperar un siglo. Allí estaban Tania, Lucas y Javi y también un mejicano que se llamaba Dani, una checa - no me acuerdo de cómo se llamaba - y una pintora. Me imagino que francesa. Bebimos vino y una vez más no pude acabarme el escalope montagnarde.
Salimos del restaurante y decidí venirme a casa a ver una película. Iba en el metro pensando en que me apetecía ver Reservoir Dogs y cerrar así el 11 de febrero.
Qué día más tonto.
Qué día más feliz.

Y al llegar a casa,
la calefacción encendida,
un mensaje en el móvil tan tonto como el día,
la sonrisa tan tonta como el mensaje,
los pantalones de pijama,
el té de canela
y el recuerdo, de repente, de ese pasado inamovible, de otras resacas así, del olor de tu camisa muy de cerca, de que yo te quise, y te quise mucho. Me gustaba pensar que no me acordaba. Que quizás no te había querido tanto. O quizás sí, pero hace mucho.
Ya sabes lo bien que me miento.

También lo mucho que necesito que me reafirmen mis mentiras.
Y hace mucho que no estás aquí para reafirmarme abriéndome los ojos. No es que eso importe mucho hoy. Hoy es sábado, 11 de febrero y he sido muy feliz. Ya no eres parte de mi felicidad y casi nunca de mi tristeza. Puede que hoy un poco de la segunda, pero esta vez no es tu culpa. Es la resaca, París y que no tengo tabaco. No te culpo de ninguna de las tres. No te puedo culpar del frío que tengo en los pies y en las manos. Sólo es el murmullo de algo que no hice porque no quería hacerlo y que no me va a dejar en paz hasta que no lo haga. Y te escribo, a sabiendas de que no lo vas a leer. O quizás sí, pero dentro de mucho. Mejor así.
El miércoles fue tu cumpleaños.  Lo tuve en la cabeza todo el día, pero no quería hacerlo. Y ahora tengo que hacerlo y sólo puedo hacerlo así.
Feliz cumpleaños, J.
Creo que eres feliz.
Me alegro. De verdad que sí. Feliz tan lejos. Feliz, en el vaho de mi mente. Feliz, porque siempre encontramos la manera de serlo. Tarde o temprano. Mejor temprano que tarde. Y mejor tarde que nunca, por eso tuve que escribirte, aunque me había prometido que no lo haría. Hoy, que ya no es tu cumpleaños y yo estoy en casa helada, a pesar del jersey de lana verde y de la calefacción. No conoces mi jersey de lana verde, ni mi habitación de París, donde ahora brilla la lamparita blanca de la mesilla. Ni mi cama, donde cubrí de besos otro idioma.

Quizás no sea la mejor felicitación del mundo, ni la más bonita. No llega a tiempo. No consta en acta. No sé si llegará a puerto algún día.
Pero tenía que hacerlo.


París, ya es 12 de febrero de 2012 (00:04)

Alguien que te quiso mucho hace algún tiempo, ya conoces el remite.

5 comentarios:

  1. Me encanta. No tengo más palabras para esta entrada, solo decir que me fascina como escribes :) y que sigas haciéndolo ;)

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  2. Precioso. De verdad. No creo que necesite más palabras para describirlo. Precioso.
    : )

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  3. Qué adorable, querida. Me ha hecho sonreir (así que imagínate como estará el señorito en cuestión). Me molan tus descripciones de París. Hacen que me muera de envidia.

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  4. Los saludos de cumplemuerte van teñidos de añoranza.

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  5. Ese panorama que describes, de localizarse (por ejemplo) en Albacete... no tendría tanto glamour pero sería igualmente delicioso.

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