domingo, 20 de mayo de 2012

Del azul

Tus ojos se ríen.
Se ríen a carcajadas, se ahogan, se cansan.
Y aún después, callados, aún cuando ya se han calmado, puedo escuchar el murmullo de esa risa como la espuma que borbotea en la orilla después de que la ola haya roto. Quizás esa sea tu mejor virtud.
Tus ojos bailan. Bailan solos, conmigo, con los demás. Comen, devoran, digieren. Siempre dicen la verdad. Tus ojos me llevan, tiran de mí, me invitan, me susurran que no tenga miedo, que confíe, que nunca me arrepienta.
No lo he hecho hasta la fecha.

Y es que, incluso cuando se cierran, me cierro yo con ellos. Quizás sea porque yo también me estoy volviendo un poco azul, quizás mi risa sea turquesa y mi voz sea cian. Dibujo con los dedos tu azul de Prusia. Mi sombra es cobalto, mi olor, ultramar.
Y no es por mí, es por tus ojos.
Tus ojos miran y ven más allá. Aún era invierno cuando me miraron, azules.
Fue entonces cuando me enamoré de tus ojos, empecé a volverme azul y, paradójicamente, dejé de pasar frío.

2 comentarios:

  1. Yo vivo enamorada del azul.
    Escribes precioso, me encantó en verdad este relato. ¡Un abrazo!

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  2. Tropecé con este blog y me parece realmente bella la forma en la que escribes. Un abrazo desde Argentina.

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