La primera toma de contacto pareció no funcionar. Como si aquel viejo amigo se hubiese olvidado de ella, como si ya no la reconociese; y rabioso, desnudó su furia ante ella.
Aún así, consiguió dar un paso al frente.
- Hola - dijo dando un segundo paso - no me reproches que no te echara de menos. Lo hice; dejaste de llevarte las palabras que no podían ser pronunciadas. Y enmudecí. Examiné hasta la última consecuencia, y en ese poso de lo que fui me encontré algunas letras. Les quité el polvo, lijé las esquinas y pinté las partes descascarilladas. Con mucho cuidado. Después aquellas letras se ordenaron en palabras, en frases, en poemas y en cuentos.
Y en historias, de esas que te gustaban.
¿Sabes? Tengo tanto que contarte...
Y las olas rompieron contra sus pies.
Y sus pies se integraron con la arena.
Y la arena arrulló sus tobillos.
Y volvieron a fascinarse; el mar se llevó de nuevo sus palabras, jugó con ellas, las paseó por sus rizos, las meció en sus vaivenes, y le devolvió las letras envueltas en una funda de espuma. Redimidas, cansadas, contentas. Libres.
El último aliento salado, le acarició la nuca - No vuelvas a olvidarte de mí.
Al menos, no tanto tiempo.
bonito blog y bonita entrada!!
ResponderEliminarescribees genial!!