lunes, 18 de octubre de 2010

Otoño.

Él:
Se levanta con la carita preciosa, llena de legañas, y sube la persiana mientras me mira con los ojos chicos.
No sé lo que quiere decir esa mirada.
Me mira fijamente un rato, el rato que tardan sus ojos en acostumbrarse a la luz, seria, pero no enfadada.
Y después sonríe y consigue decir algo, buenos días; en un hilo de voz. En esa misma voz frágil, un poco ronca, que dice en seguida: ¡Hace sol!


Después canta en la ducha.
Canta muy alto, puedo escucharla desde aquí, aunque haga veintisiete horas que se fue.

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