lunes, 6 de junio de 2011

Historias de altura

Se posó en mi ventana, y me dijo: ven, quiero llevarte lejos.

Y le seguí. Le perseguí con la ansiedad de los ninfómanos, con el valor de los guerrilleros, con la magia de los ilusionistas, sin vértigo. Pero volaba deprisa, se precipitaba al vacío, suicida; cortaba el aire. Cayó la noche y le perdí la pista.

Entonces ya estaba lejos. Lejos, con la ansiedad de los ninfómanos asexuados, con el valor de los guerrilleros muertos, con la baraja trucada que habíamos llamado magia. Fue ahí cuando miré abajo.

1 comentario:

  1. que bonito pero que triste a la vez, aunque consuela pensar que llegaran mas invitaciones para locos, eso seguro.

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