viernes, 28 de septiembre de 2012

La plácida nostalgia

Una semana atrás las despedidas, las maletas y aquel sentimiento transversal de pertenencia a dos sitios. O quizás, sólo a uno todavía por definir.
Hoy llueve para recordarme mi París. Los incesantes días de lluvia de plata.
Siempre me gustó la lluvia, y el olor a tierra húmeda, las luces bruñidas que iluminan la ciudad gris. Es una fijación que me viene desde que era muy pequeña, cuando me regalaron aquel chubasquero azul y rojo, que tenía una mochila impermeable, también azul y roja.

Luego llegan las buenas noticias, la felicidad propia que viene de los demás. La adrenalina caliente que se apodera del cuerpo; un abrazo que llevaba esperando más de dos años. A veces, sólo necesitamos empaparnos de la felicidad de los demás para calarnos hasta los huesos.

¿Cómo estás?
Un poco triste, un poco contenta.
Como la lluvia,
que azota una persiana a medio bajar.

1 comentario:

  1. No sé por qué, pero estaba pasando apuntes a ordenador y de repente (después de casi un año, diría yo) me he acordado de este blog y te he buscado. Perdóname por no haberte buscado antes, se me había olvidado lo genial que eras y lo mucho que me identifico siempre contigo. Un beso muy gordo.

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